jueves, 29 de diciembre de 2011

Miss Simpatía


Ella no es simpática. A mí me pasa que ella no es simpática, por ejemplo Giorgio Jackson es una persona mucho más simpática, yo me los topé en un avión en un minuto, y él tiene una cercanía, una posibilidad de conversar y todo.”

Cuando uno es lo que uno es, eso te permite lograr las cosas que uno quiere en la vida. ¿Cómo no va a ser agradable negociar con una persona encantadora que con una persona antipatiquísima, con una persona bonita y agradable que con una persona desagradable?


Camila Vallejo no merece ser la mujer (¿o persona?) del año, dice la Ministra Carolina “yolesconseguíelpostnataldeseismesesalasmamitasdechile”, porque no es tan simpática como Giorgio Jackson. Ella es parca (una ominosa parca). También el opinólogo Villegas ha recorrido este camino de ladrillos amarillos, que conduce directo al hogar añorado, con mujeres como se debe: encantadoras, acogedoras, cercanas, cálidas. Y bonitas.

Pero visiblemente Camila es más bonita que las producidísimas y fitnessísimas funcionarias del gobierno de la excelencia. Todas tan parecidas, unidas en esos cabellos tratados para parecer primermundistas y en el rictus estresado por la mantención de ese frágil equilibrio en el que transitan las exitosas profesionales del gobierno de excelencia 24/7. Ellas, quienes sostienen que su familia es lo más importante en sus vidas (honremos la sinceridad de Matthei, asumida madre ausente) y trotan enérgicamente para mantenerse al día en la carrera con sus colegas varones. Colegas que, en cambio, tienen en casa un ejemplar similar, pero que sí se dedica a la verdadera misión de la femineidad en este mundo material. Así no vale, claro, y el cutis tenso y pegado a los huesos da cuenta del esfuerzo.

Por lo tanto, Camila no merece su belleza, no dedica, como ellas, ni un trabajo a representar lo femenino, no merece siquiera llamarse mujer!!! ¿Quiénes lo merecen? Aquellas que se han sacrificado por otros.

Pero no cualquier 'otros': hay que sacrificarse por los hijos. La líder estudiantil no tiene hijos, no es madre, nuevamente no merece llamarse mujer. Todavía, concedamos.

Las jornadas de reuniones infinitas, las tensiones de las negociaciones, la elaboración de propuestas, las marchas intrabajables, la resistencia a las amenazas, la lucha en fin por el derecho a la educación de los niños, niñas y jóvenes de Chile, incluidos los por nacer cuyos derechos desvelan a nuestra católica clase gobernante, no significan nada si no están acompañados de una buena negación de sí misma, que esta criatura no quiere protagonizar.

Ese deseo de ser humana, de ser más que una teta o un útero, es insufrible. No ha pagado suficientes costos, la increpó el esforzado opinólogo Villegas. Y ya conocemos los costos que los poderosos pueden hacerles pagar a jóvenes idealistas…

Irrita al orden de género de los defensores de “la” familia un personaje como Camila Vallejo, cuya fuerza y presencia expresa a una juventud que se rebela contra las infinitas injusticias de nuestra sociedad, entre ellas, las que pretenden encerrarnos en moldes estrechos, predefinidos, afirmándose en diferencias biológicas bastante más flexibles que las sociales.

Les es imposible aceptar que pueda existir una hembra de la especie que piense, controle sus emociones, calcule el efecto de sus palabras y sepa usar la ironía sin perder la calma… como podría hacerlo un brillante polemista varón.

No pues. Si ese cuerpo y mente dominados por los estrógenos logra funcionar de esta forma antinatural, la explicación es que ha sido creada en algún laboratorio. En el laboratorio del temible Partido Comunista, en quizás que gulag siberiano o en la cárcel cubana de Guantánamo… PERDON, quisimos decir Isla de Pinos. Allí intervienen los embriones de las/los futuros militantes, o programan sus cerebros para torcer sus sanas tendencias -llegar a ser mujeres-madres y machos-alfa- y amenazar así el paraíso de la dominación masculina.

Mucho se habían demorado los voceros de los poderes en cuestionar la condición de mujer de Vallejo. En decirnos públicamente lo que debe estar en los rumores de cada pasillo de la Moneda, en la sobremesa de cada cena empresarial: que esa muchacha no es una mujer normal, no es sana, no es buena, es un monstruo, es un robot. Perra de leva, tuiteó una dama hace algunos meses, pero la hicieron callar por excesiva.

Tal vez. Pero en ese caso, Chile está lleno de monstruos, anormales y enfermitos. De gente humillada, enojada, exasperada, por tanto abuso por parte de los dueños de la democracia de lo posible. Es notable que la vocera de la rebeldía sea una mujer bonita, calmada, severa, autoexigente, aguda. Si eso les parece monstruoso porque no se parece a la fémina obediente y autonegada que la Ministra y el opinólogo tienen en mente como mujer ideal… bueno, así están saliendo hoy algunas chilenas.

Silvia Lamadrid Álvarez
Núcleo de Investigación en Género y Sociedad Julieta Kirkwood

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