lunes, 23 de mayo de 2011

A propósito del Convenio UPOV 91 y el impacto para las comunidades campesinas e indígenas del país


SEMILLAS CON DUEÑO: LA SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS


Presento aquí el registro de plantas "patentadas", o en lenguaje oficial, plantas registradas por un obtentor, bajo normas del convenio internacional de "protección" de semillas UPOV año 78 y según lo dispuesto en la Ley 19.342, del año 1994, que creó el Registro de Variedades Protegidas. Toda la información es oficial al 31 de Marzo de 2011, del Servicio Agrícola y Ganadero SAG. Estas variedades –más de 700- cuentan con 15 a 18 años de protección según de qué especie se trate.

La "protección" es lo que le permite al obtentor (la transnacional o la entidad que inscribió la planta en el registro) cobrar por esa semilla y paulatinamente irla imponiendo en el mercado.

Como se verá, la inmensa mayoría de los obtentores son extranjeros, mayoritariamente de Estados Unidos, pero también los hay de Europa, Nueva Zelanda y otros. Ellos registran variedades híbridas, pero también podría haber transgénicos para semilleros de exportación, aunque el registro del SAG no explicita esa distinción.

Aprobación ilegal

Recientemente, el Senado aprobó la adscripción de Chile al Convenio UPOV 91, una versión actualizada del convenio de “protección” de semillas por el que se rige hasta ahora el país. Pero 10 senadores de la República plantearon al Tribunal Constitucional que esta aprobación fue ilegal en cuanto a los procedimientos, entre otras razones por omitir la consulta a los pueblos indígenas en un asunto que les atañe directamente. Los argumentos del gobierno son que este convenio protege los intereses de los medianos y pequeños agricultores chilenos e innovadores, a contrapelo de lo que ha ocurrido a nivel mundial con las variedades locales después que una transnacional monopoliza la semilla.

En la India, por ejemplo, se han perdido miles de variedades de arroz debido a la imposición de las variedades “mejoradas” genéticamente. Las comercializadoras sacan del mercado las semillas tradicionales y deciden vender solo lo que les da mayor rentabilidad: sus semillas registradas.

Esa es la perspectiva de estas industrias que buscan ampliar sus metas de registro, mientras, por otra parte, en Chile se vive un proceso de fortalecimiento de la agricultura orgánica y, en paralelo, cada vez más comunidades campesinas e indígenas, e incluso colectivos en huertos urbanos, retoman los métodos agroecológicos y defienden su tierra de los efectos de los agrotóxicos. Ellos y muchos consumidores conscientes y madres preocupadas de la salud de sus hijos e hijas, están de vuelta de la llamada revolución verde que impuso el uso de plaguicidas y fertilizantes y no aceptan su segunda versión verde en clave de transgénicos, propagandizada por las empresas como la solución al problema del hambre y los bajos rendimientos.

Vía Campesina, un movimiento internacional de campesinos y campesinas de carácter autónomo, plural e independiente conformado por 148 organizaciones de 69 países de Asia, África, Europa y el continente americano, señala al respecto: “La industria ha ‘mejorado' las semillas para que no puedan ser cultivadas sin la ayuda de productos químicos dañinos, para que sean cosechadas con maquinaria pesada, y que soporten preservación artificial durante las largas distancias de transporte. Pero ha dejado de lado características importantes para nuestra salud… Las semillas han perdido su valor nutricional y están saturadas de venenos químicos; son la raíz de numerosas enfermedades crónicas y alergias generalizadas, así como de la contaminación de la tierra, el agua y el aire que respiramos".

"En cambio, los sistemas campesinos de rescate, revalorización, conservación y adaptación local gracias a la selección y a la reproducción en los campos de los campesinos, así como los intercambios de semillas entre campesinos, mantienen y aumentan la biodiversidad genética del sistema alimentario mundial, y nos confieren también la capacidad y flexibilidad para afrontar ecosistemas diversificados, climas cambiantes y el hambre en el mundo“.

Variedades ya inscritas por Monsanto


En Chile, la insaciable transnacional Monsanto ya tiene inscritas en el Registro de Variedades gestionado por SAG 4 variedades de arveja, una variedad de cilantro, 4 de cebolla, 4 de poroto, 3 de lechuga, 4 de melón, 2 de tomate; a ello se agregan 4 de trébol, 2 de trigo y 3 de ballica (a través de ANASAC, cuya división de semillas pertenece a esa transnacional).


Apenas 3 variedades de frutales fueron inscritas por el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA). Todo el resto pertenece a empresas de Canadá, Nueva Zelanda, Israel, Sudáfrica, China y países europeos. Esto plantea desde ya dificultades para lxs investigadorxs chilenxs que quisieran trabajar con plantas ya inscritas.

La uva "chilena"

El INIA sólo ha registrado 2 variedades de vides, en forma provisoria. Cuatro de las variedades de las vides registradas por SAG pertenecen al Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, dentro de un total de 21 registros de empresas del país de Obama. Asimismo, existen 3 registros de vides de Israel, 3 de Sudáfrica y 1 de Australia.
Tres variedades de la yerba de San Juan (hiperico) y un antidepresivo natural están registrados por Kolster, de Holanda.

En esta sección del registro del SAG no figuran, curiosamente, otras yerbas medicinales. Sí se puede ver que diversas empresas de Holanda han inscrito más de 70 variedades de Lillium oriental.

Especies agrícolas

Ya están inscritas por otra parte las siguientes especies alimentarias y/o forrajeras: Alcachofa, Arroz, Arveja, Avena, Avena strigosa, Ballica híbrida, Ballica italiana, Ballica inglesa, Bromo, Cebada, Cebolla, Chícharo, Cilantro, Frejol, Lechuga, Lenteja, Lupino, Maíz, Melón, Orégano, Papa, Pasto ovillo, Pepino, Quínoa, Tomate, Trébol blanco, Trébol rosado, Trébol subterráneo, Trigo candeal, Trigo panadero, Triticale y Zapallo italiano.

Especies frutales

Arándano, Cerezo, Ciruelo, Damasco, Duraznero, Frambueso, Frutilla, Granado, Interespecífico de Prunus sp, Kiwi, Limonero, Mandarino, Mango, Manzano, Murtilla, Naranjo, Nectarino, Olivo, Palto, Peral, Portainjerto de Prunus sp y Vid.

Especies forestales

Eucaliptus y Lenga, ambas variedades registradas por el Instituto Forestal, adscrito al Ministerio de Agricultura.


En la web del SAG se encuentra la información del detalle de los dueños de estas variedades ya registradas, incluidos, además de los ya citados, empresas holandesas (flores), así como universidades y empresas norteamericanas.

Esta es solo una parte de la información requerida por los distintos sectores sociales y ambientales activados por los proyectos que están poniendo en peligro la semilla campesina e indígena. Conocer el “estado del arte” de los obtentores actuales permitirá evaluar los futuros escenarios en que deberán actuar las organizaciones campesinas, los consumidores, ambientalistas, y en general quienes están por defender el derecho a que lxs chilenxs dispongamos de alimentos sanxs, que correspondan a nuestra cultura y culinaria, en lugar de que se nos imponga una dieta tóxica que beneficiará los bolsillos de las transnacionales que venden semillas transgénicas y plaguicidas.


(*) Reproducido por el Observatorio Género y Equidad

1 comentario:

  1. Amigxs: también pueden leer la columna de Rolando Rojas, encargado de fomento productivo de la Corporación El Canelo de Nos, sede sur:

    ALCANCES DEL CONVENIO UPOV 91 Y DE CÓMO ATENTA AL PATRIMONIO DE LA AGRICULTURA FAMILIAR CAMPESINA

    La Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) es una organización intergubernamental. Su objetivo es la protección de las obtenciones vegetales por un derecho de propiedad intelectual; la obtención vegetal comprende especies, género y genes de vegetales distintos o "nuevos".

    Muchos desconocen que Chile participa en el UPOV desde 1996, año en el cual adhirió al convenio mediante las actas de 1972 y 1978, promulgando el DS N°18 del Ministerio de Relaciones Exteriores y la Ley 19.342. A su vez, nuestro país estableció un registro nacional de variedades protegidas dependiente del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).

    Lo que ocurre ahora, siendo un proyecto de acuerdo presentado el año 2009 por la ex presidenta Bachelet, es que el acta de 1991 fue aprobada el 11 de mayo por el Senado, mismo día en que la ciudadanía tenía sus ojos puestos en la aprobación del proyecto hidroeléctrico en Aysén.

    El acta de 1991 amplía los derechos relativos al material de reproducción o multiplicación de la variedad protegida, estableciendo que los derechos del obtentor o dueño que patentó la variedad vegetal se extienden incluso al producto de la cosecha, transformándoles en sus dueños, por lo cual los agricultores no podrían producir semillas de variedades que hayan sido previamente patentadas, lo que atenta contra un trabajo histórico de los pequeños agricultores que han generado sus propias semillas durante generaciones. Sin embargo, en este acta se reafirma la facultad de los países para establecer excepciones, en particular al uso que los agricultores pueden realizar con el fin de propagación con una variedad protegida para su propia explotación. En este punto de suma importancia para proteger a nuestros agricultores, Chile no se ha pronunciado.

    Adicionalmente, el acta establece lineamientos que van directo perjuicio de los agricultores, protegiendo al dueño de cada variedad. Esta parte del convenio, que a simple lectura es un trabalenguas, en resumen establece que las variedades de vegetales que se generen a partir de variedades patentadas son de propiedad del obtentor o dueño de ésta y, por lo mismo, el dueño posee los mismos derechos de todas las variedades vegetales como si fuera la variedad inicial que éste patentó.


    El Convenio Upov incorpora expresamente una excepción facultativa que permite que los agricultores utilicen a fines de reproducción o multiplicación en sus propios predios el producto de la cosecha que hayan obtenido por el cultivo de la variedad protegida, esto también debe ser evidenciado por el país miembro para que sea efectivo.

    El Acta 1991 de Upov establece que el derecho concedido al obtentor se extingue una vez que el material patentado ha sido vendido o comercializado. Acá me resuena algo donde ha sido acusado al ex Director Nacional del Inia, referente a una venta del catálogo de semillas. Se suponía que las semillas generadas por el Inia son propiedad del Estado, por ello se habían entregado mediante proyectos de Indap a los agricultores locales, qué pasará ahora, ¿se deberá pagar por su uso a los nuevos dueños?, esto aún no ha sido corroborado. Por otro lado, se sabe que 286 variedades de las papas nativas de Chiloé fueron inscritas por un profesor de la Universidad Austral aludiendo a una protección de estas variedades como Patrimonio Nacional, ¿podría ocurrir algo tan aberrante en el futuro con estas variedades?, como la venta de su genética, que por siglos fue cultivada por las comunidades indígenas en la isla de Chiloé.


    LEE LA COLUMNA COMPLETA EN http://www.elcanelo.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=405%3Aalcances-del-convenio-upov-91-y-de-como-atenta-al-patrimonio-de-la-agricultura-familiar-campesina&catid=81%3Ascarlett-barra&lang=es

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