A principios de septiembre estuvo de visita en Chile un grupo de Darwinistas, entre ellos la bióloga Helena Cronin. Dieron conferencias exitosísimas en Casa Piedra y fueron entrevistados, entre otros, por El Mercurio, donde Cronin sostuvo un conjunto de aseveraciones sobre la condición humana y los sexos por lo menos sorprendentes, no por lo novedosas, sino por lo rudimentarias, después de varias décadas en que los estudios de género nos han aportado con análisis e investigaciones que parecieran no haber existido para estos personajes.
Cronin señala que nuestros cuerpos, mentes y comportamientos como hombres y mujeres estarían determinados por la evolución. Puesto que un hombre puede inseminar a infinitas mujeres y producir infinitos hijos, mientras una mujer puede tener ¡apenas! uno al año, los hombres se especializarían en competir por tener parejas y nosotras en cuidar la prole.
De ahí, las mujeres seremos “más moderadas, balanceadas y aversas al riesgo”, y ellos “más ambiciosos, buscadores de estatus, enfocados a una tarea, arriesgados, agresivos, exhibicionistas, empeñados en ser primeros, grandes, mejores”.
A continuación, Cronin es más enfática y ya no habla de tendencias, sino de absolutos: las niñas miran caras, los niños cosas. La primera crítica lógica es fácil: con un solo ejemplo en contra, se cae la afirmación, y no cuesta encontrar mujeres en nuestro entorno que corresponderían al estereotipo masculino (ver artículo sobre Evelyn Matthei), y hombres con aversión al riesgo (no daremos nombres…).
Cabe preguntarse, si la especie humana necesita más mujeres para reproducirse exitosamente, ¿por qué no hemos evolucionado –al revés de las hormigas- y producimos escasos machos alfa y múltiples hembras reproductoras? No, la naturaleza insiste en producir casi la misma cantidad de individuos de ambos sexos –y unos cuantos cuyo “sexo” es más difícil de determinar, pero eso está fuera de la argumentación de Cronin. ¿Qué hacer con tanto macho destinado a no aparearse porque el hembraje preferirá a los más altos física y económicamente?
Otro aspecto es el conservadurismo del razonamiento: hombres y mujeres estaríamos adaptados física y síquicamente para cumplir los roles de macho proveedor y hembra cuidadora. Hay suficiente información histórica y antropológica que indica que la diversidad social es mucho mayor que este simple esquema, que choca, además, con la evidente realidad de los movimientos feministas, gay, lésbico y la nueva masculinidad. ¿Por qué surgen masiva y activamente personas que consideran profundamente injustas las condiciones sociales en que han estado viviendo? Según Cronin, serían masas de inadaptados sicológicos, perversiones en las que no operó la sana selección natural. Me acuso: formo parte de esa legión de enfermitos y enfermitas que no creemos haber nacido en el mejor de los mundos posibles y pensamos que los seres humanos –cualquiera que sea nuestra combinación de “equis” e “íes” - tenemos el derecho y el deber de inventarnos y reinventar nuestras relaciones, por utópico que parezca en estos tiempos.
Silvia Lamadrid
Cronin señala que nuestros cuerpos, mentes y comportamientos como hombres y mujeres estarían determinados por la evolución. Puesto que un hombre puede inseminar a infinitas mujeres y producir infinitos hijos, mientras una mujer puede tener ¡apenas! uno al año, los hombres se especializarían en competir por tener parejas y nosotras en cuidar la prole.
De ahí, las mujeres seremos “más moderadas, balanceadas y aversas al riesgo”, y ellos “más ambiciosos, buscadores de estatus, enfocados a una tarea, arriesgados, agresivos, exhibicionistas, empeñados en ser primeros, grandes, mejores”.
A continuación, Cronin es más enfática y ya no habla de tendencias, sino de absolutos: las niñas miran caras, los niños cosas. La primera crítica lógica es fácil: con un solo ejemplo en contra, se cae la afirmación, y no cuesta encontrar mujeres en nuestro entorno que corresponderían al estereotipo masculino (ver artículo sobre Evelyn Matthei), y hombres con aversión al riesgo (no daremos nombres…).
Cabe preguntarse, si la especie humana necesita más mujeres para reproducirse exitosamente, ¿por qué no hemos evolucionado –al revés de las hormigas- y producimos escasos machos alfa y múltiples hembras reproductoras? No, la naturaleza insiste en producir casi la misma cantidad de individuos de ambos sexos –y unos cuantos cuyo “sexo” es más difícil de determinar, pero eso está fuera de la argumentación de Cronin. ¿Qué hacer con tanto macho destinado a no aparearse porque el hembraje preferirá a los más altos física y económicamente?
Otro aspecto es el conservadurismo del razonamiento: hombres y mujeres estaríamos adaptados física y síquicamente para cumplir los roles de macho proveedor y hembra cuidadora. Hay suficiente información histórica y antropológica que indica que la diversidad social es mucho mayor que este simple esquema, que choca, además, con la evidente realidad de los movimientos feministas, gay, lésbico y la nueva masculinidad. ¿Por qué surgen masiva y activamente personas que consideran profundamente injustas las condiciones sociales en que han estado viviendo? Según Cronin, serían masas de inadaptados sicológicos, perversiones en las que no operó la sana selección natural. Me acuso: formo parte de esa legión de enfermitos y enfermitas que no creemos haber nacido en el mejor de los mundos posibles y pensamos que los seres humanos –cualquiera que sea nuestra combinación de “equis” e “íes” - tenemos el derecho y el deber de inventarnos y reinventar nuestras relaciones, por utópico que parezca en estos tiempos.
Silvia Lamadrid
Me resulta impactante que la señora Cronin hable con tanta soltura sobre la realidad de lo social (En La Nación del domingo 13 de Septiembre, http://www.lanacion.cl/custom/papeldigital/20090913/). Me recuerda esa (auto)crítica que algunos sociólogos de nuestro Departamento han hecho respecto a la disciplina: ha perdido la capacidad para explicar lo social, y otras disciplinas comienzan a hacerlo, en este caso la biología (neo)darwinista.
ResponderEliminarEso se refleja muy bien cuando la señora Cronin explica la baja natalidad: dice que en "ambientes" pobres se tiene más hijos/as para asegurar la sobrevivencia de uno o dos. A eso le suma una conservadora opinión sobre la anticoncepción, diciendo que al menos en la época de Darwin era inseparable el sexo de la procreación. Quizás es la época histórica favorita de la señora Cronin.
La científica además ha hecho especificaciones respecto a la política pública que también nos debieran preocupar (especialmente si aparecen en el diario de gobierno). Por supuesto, propone que estamos en condiciones de establecer políticas universales a toda la población mundial, pues las tendencias evolutivas son las mismas y existe un conocimiento suficiente de la naturaleza humana. ¡Naturaleza humana! Dios nos libre. Cronin defiende el hecho de que las políticas públicas se deben hacer tras un previo conocimiento de esa naturaleza humana, esencia que bien mostró Silvia en este mensaje, específicamente en lo respectivo a hombres y mujeres.
Personalmente, me preocupa que sean estos los dicursos que aparecen en la prensa oficial sobre políticas públicas y naturaleza humana, y nosotros/as no podamos insertarnos en dichos debates. Si esa llega a ser la hegemonía, ¿cuál va a ser la responsabilidad de la sociología (y de sus practicantes) en aquello?
Debemos estar más atentos a este tipo de manifestaciones conservadoras, que biologizan lo social. Bourdieu adquiere mucho sentido.